Un problema de género que se ha invisibilizado: el uniforme escolar

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Hay situaciones que durante tanto tiempo se han hecho costumbre que las hemos dado por naturales, sin cuestionar nada de lo que significan, pero por fortuna esta condición no es inamovible. Hace unas semanas se llevó a cabo en la Universidad de Sonora una charla titulada “Derribando estereotipos de género en mi escuela”, la cual tuvo como objetivo socializar la iniciativa presentada por la diputada Celeste Taddei, la cual contempla prohibir que en sus reglamentos internos las escuelas obliguen a las alumnas a vestir falda.

De entrada es algo que se escucha sencillo, incluso simple para quienes nunca experimentaron las desventajas de utilizar esa prenda en el entorno escolar y en el camino de la casa a la escuela, pero cuando se escuchan las vivencias que han tenido mujeres de todas las edades y los testimonios que dan hombres que laboran en centros educativos, la indignación sale a flote. ¿Por qué indignación? Porque es increíble que a las niñas y adolescentes se les obligue a pasar por una serie de sufrimientos, violencias y traumas relacionados con la ropa que se les impone por el hecho de ser mujer, porque no hay argumento ni justificación para que las mujeres utilicen falda, simplemente, por más que se busca, no lo hay. Y es que no es solamente el tema del acoso momentáneo, son situaciones que van mucho más allá.

Escuchar a compañeras decir que han quedado con estrés postraumático que les impide estar tranquilas cuando suben las escaleras, escuchar a un administrador escolar decir que la mayoría de las situaciones de violencia que las alumnas reportan son en relación al acoso que sufren de camino de casa a la escuela, o escuchar a una niña romper en llanto porque la falda le impide jugar en el receso, hace que la realidad nos sacuda y nos grite que esto debe de cambiar.

También se debe de dejar en claro que el acoso no es por culpa de la falda, el acoso es culpa del acosador, sin embargo, no vamos a negar la realidad, la falda es una prenda que facilita que los acosadores lleven a cabo las prácticas que comúnmente utilizan para acosar, y por otro lado, también hay toda una cultura de fetichización hacia la falda escolar que se puede ver fácilmente en muchos elementos de la cultura popular.

Por otro lado, dejando de lado el tema del acoso, también hay una serie de desventajas en el uso obligatorio de la falda que coloca a las niñas y adolescentes en una posición que exige más que a los hombres. Utilizar falda implica utilizar debajo un pantalón corto, lo suficientemente corto para que no se asome por debajo de la falda y lo suficientemente ligero para que no se marque debajo de la tela de la prenda escolar, también hay que tener varios pares de calcetas altas, pulcras y ajustadas que no resbalen por las piernas, además está la terrible práctica de la depilación de las piernas, porque si se asoma el vello no será fácil evitar ser el centro de las burlas o al menos de un comentario vergonzoso, y luego los climas extremos, el frío y el viento de invierno y el abrasador sol de verano que deja la piel marcada, y por si fuera poco también los mosquitos son otro dolor de cabeza. Es ridículo someter a las alumnas a todo esto sólo porque son mujeres ¿no? Queda claro que dejar de obligar el uso de falda escolar no solucionará por completo problemáticas tan grandes como el acoso, pero sin duda aportará a emparejar un poco más el piso para mujeres y hombres. Por último, quienes no hayan sufrido por años las desventajas que implica llevar a la escuela uniforme de falda escolar lo más sensato que pueden hacer es abstenerse de criticar peyorativamente la iniciativa.

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