Por Luis Moreno
No hace mucho, el intelectual y ex vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, les dijo a las juventudes: A la derecha se le gana fácilmente en el debate de las ideas.
En el marco de las disputas internas para elegir a los o las candidatas de los dos bloques que aspiran a gobernar el país, se puede apreciar que México transita claramente hacia una nueva hegemonía: hacia un nuevo sentido común.
Es evidente que, en esta coyuntura definirse de derecha es perjudicial. La deficiente creatividad del Frente Amplio, los ha orillado a apropiarse de una narrativa ajena que les permita ganar electores, apostando por mínimos matices que recaen en lo absurdo y en recurrentes descalificaciones.
El bloque opositor ha entendido que los logros de un gobierno popular y colectivo —traducidos a una amplia aprobación— no serán tan fáciles de echar por la borda.
El nuevo sentido común mexicano es el de velar por un interés colectivo. Son pocos los que creen en la autenticidad de los hoy progresistas neoliberales. Difícilmente se vislumbra un panorama en el que puedan ser competitivos.
Sin embargo, el momento exige ir más allá del 2024 y frente a lo que hoy acontece, es necesario valorar lo que se está gestando: Una alternativa más radical a la derecha tradicional, que reduce el Estado a lo mínimo y ve en el libre mercado y el extremo individualismo elementos fundamentales de un proyecto distinto a lo que hay.
Las experiencias latinoamericanas son una muestra de que los logros de los gobiernos populares se pueden revertir desde el agrupamiento del poder económico y el autoritarismo.
Ante esta afrenta, la reflexión constante, la apropiación de espacios en la discusión pública y el debate permanente, son medulares en la defensa y la garantía de continuidad de la Transformación.