Opinión.
Por Francisco Casanova
Se han dicho muchas cosas sobre la sorpresiva captura del hijo del famoso narcotraficante Chapo Guzmán, – el joven Ovidio,- quien por fin, como dice el corrido – cayó en manos del gobierno.
Pero la versión que me parece más realista, es que dicha captura lleva un mensaje muy efectivo sobre la buena colaboración que hay entre las fuerzas de seguridad de México y Estados Unidos, representada por los presidentes AMLO y Joe Biden, a una semana de que asista a nuestro país el mandatario estadounidense para participar en la reunión cumbre entre los 3 países y en la que también tendrá un papel estelar el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
Y no es para menos.
La reunión de los tres mandatarios de América del Norte no podía dejar pasar la oportunidad para dar el gran mensaje de que están trabajando bien, juntos, en ese y en otros aspectos, simplemente porque se entienden y respetan, por el bien de sus países.
En un evento de esta naturaleza no podía faltar un anuncio en el marco de la seguridad, que es uno de los temas clave a tratar en la Cumbre. Y es lo que interesa también a los ciudadanos.
Ovidio, el hijo del Chapo, después de una serie de escaramuzas, se quedó con un enorme poder- siendo tan joven- es decir, con todas las riendas delincuenciales del peligroso Cartel de Sinaloa que tanto daño ha causado en el noroeste del país y más allá de la frontera norte. Sin embargo, lo que tenía que pasar, pasó. Y el joven Ovidio ya está en el bote, desde ayer.
Son tiempos violentos producto del narcotráfico y consumo de drogas promovidos por la ambición neoliberal de los gobiernos que dieron rienda suelta al narcomenudeo como negocio ilegal, al dejar que se hiciera tanto daño a las mentes jóvenes de los tres países.
No por nada, su papá, el Chapo Guzmán, tiene ya 3 años en una cárcel de Nueva York por delitos de narcotráfico y lavado de dinero con una sentencia de por vida.