Por Francisco Casanova
Nadie puede negar que nos encontramos en una intensa etapa de transformación política, social y económica, que para muchos es para bien. Y para muy pocos para mal.
Es un tiempo de cambios que lleva ya poco más de 4 años, aunque se puede considerar que esto empezó un poco antes, cuando López Obrador prometió – en su tercera campaña por la presidencia – entablar una lucha a muerte contra la corrupción en todo el país.
Y a la par destacó que los pobres serían los primeros beneficiados de su gobierno.
Y lo ha cumplido.
Su lucha contra la corrupción le cerró inmediatamente el paso a los intermediarios que en el pasado se embolsaban miles de millones de pesos del presupuesto federal, cada año, para el beneficio de unos cuantos, y hoy en día se destinan a mejorar las vidas de millones de personas a través de la pensión de adultos mayores, de niños y jóvenes estudiantes becados, de mujeres y hombres discapacitados, de madres trabajadoras, así como a trabajadores del campo y de la pesca, entre otros. Todos ellos experimentan en la actualidad un modesto pero notable bienestar en sus vidas, cuando antes estuvieron resignados a no contar con una mejor perspectiva y a vivir sin esperanza.
Que fácil e irresponsable fue poner el presupuesto federal durante más de 30 años para el apoyo de los de arriba a través de la corrupción – que ahora es un delito grave -, con el consecuente abuso y deterioro social expandiéndose por todos lados, tal y como se hizo, simulando además que esos ratas eran benefactores.
Pero la gente, los de abajo, les creyó hasta que ya no pudo más. Y abrió los ojos para siempre.
El gobierno ya no debe trabajar nunca más para el beneficio exclusivo de los poderosos. El gobierno debe trabajar para todos. Pero primero los pobres, como bien señala López Obrador. Ese es el equilibrio de la justicia.
Es mucho el trabajo que se está haciendo en este gobierno de transformación, ya sea en obra material, en el reordenamiento de la función pública con sentido social, en el cobro de impuestos a los poderosos, en la modernización de infraestructura de calidad, y en la pulcritud en el manejo de los recursos públicos, lo que ha permitido por primera vez en la historia lograr ahorros importantes que no han ido a parar a otras manos, sino al apoyo de la población, porque la mística de trabajo es el bienestar de la gente.
Y claro, hace falta mucho por hacer. Pero hasta el momento lo que se ha logrado nunca se había visto.
Ni siquiera la estabilidad económica que prevalece a pesar de los forcejeos tan fuertes que dejó la pandemia y que están bajo control por las rigurosas medidas de AMLO. Cuándo, por ejemplo, se había visto que el peso mexicano adquiriera fama de fortaleza frente al dólar y se apreciara en el marco internacional? Nunca.
Esta 4a transformación tiene que ver con la seriedad que se le imprime al trabajo gubernamental, con la honestidad en el manejo de los recursos públicos y humanos, con la preparación y sensibilidad de los trabajadores de gobierno, con la planificación a futuro como la que se hace con el Litio y en toda obra pública, pero sobre todo con la convicción de servir más y mejor a la gente, resolviendole los problemas que le aquejan.
Por todo ello la transformación va en este 2023 ! Muy Feliz Año Nuevo.