Por Francisco Casanova
Cada paso que se da actualmente en la política mexicana desde que López Obrador está en el Poder Ejecutivo, confirma que estamos viviendo momentos tanto históricos como trascendentes.
Es una real transformación amparada en el voto popular de millones de mexicanos en el 2018, que se confirmó de nuevo con la votación de millones de sufragios para la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo.
Y el mandato popular es que la Cuarta Transformación tiene que seguir para bien del país, pero primero para el bien de los pobres.
Lo que ocurrió hoy en la madrugada en el Senado, fue algo histórico.
Se logró la famosa Mayoría Calificada con 86 votos a favor de MORENA y sus aliados, PT y Verde, contra 41 votos del PRIANPRD y con ello da inicio la necesaria Reforma al Poder Judicial que se distingue desde hace años por llevar una relación injusta con el pueblo.
Y este gran logro permite que, en síntesis, la justicia se imparta y se aplique, por primera vez, en defensa de la población y no del influyentismo.
Es decir, una justicia en favor de la sociedad completa, sin preferencias para nadie, menos para quienes han gozado de privilegios delincuenciales y de impunidades, producto de la complicidad de jueces, magistrados y ministros, con las élites del poder económico y político.
Es falso, pues, que la Reforma afectará la carrera judicial de empleados y funcionarios de este Poder, sobre todo si han sido honestos. Pero a quienes sí afectará es a los que han dejado en libertad. En pocas palabras, afectará a quienes han sido deshonestos y corruptos.
Pero sobre todo, es falso que la Reforma al Poder Judicial afectará las relaciones con Estados Unidos, y que por consecuencia habrá una terrible crisis económica.
Nada de esto ocurrirá. Al contrario. La democratización del Poder Judicial traerá beneficios para todos los mexicanos y mexicanas. Pero primero los pobres. Eso es lo justo. Eso es hacer justicia a un pueblo que, desde siempre, ha llevado las de perder.