Por Ingrid Camou Meneses
Las grandes mujeres sufragistas del pasado lograron que todas las mujeres tengamos el derecho a emitir nuestro voto.
En México en 1955, apenas.
Hoy, es casi increíble pensar que antes una mujer no podía ir a la escuela, trabajar, ni mucho menos votar. Aunque todavía hay profesiones que las niñas no eligen en su mayoría, pero cada vez más se va normalizando el que una mujer elija estudiar ingeniería.
En el 2000 el internet no era algo tan común, apenas iba iniciando. Para cualquier adolescente conocer el mundo del internet en ese momento fue sorprendente. Por el correo se compartían ligas de eventos, marchas, protestas, tener la información fuera de los medios de manipulación, como lo menciona el presidente AMLO.
Ahora, con el acceso tan rápido a mucha información de todos lados, muchos tenemos nuestra opinión política y no como estadistas ni economistas profesionales, sino como ciudadanos, reconociendo que nuestra voz sí importa aunque siempre nos hayan dicho que no.
Siento que estamos en un proceso todavía no hay algo establecido, estamos en medio de una transición de las ideas. Estamos dando un giro de 180 grados, en donde todo estaba de cabeza y ahí va poniéndose en su lugar.
Con las nuevas generaciones en el Internet este cambio viene fuerte. Como en la CDMX con la primera mujer, jefa de gobierno de la ciudad más grande del país, la Dra. Claudia Sheinbaum, una científica, ella impulsó la creación de los centros PILARES, donde se imparten talleres gratuitos para estudiar desarrollo de software. La oportunidad del acceso a la tecnología para las niñas lo considero muy acertado.
Impulsar el desarrollo de la tecnología en este país es imprescindible, y siempre de la mano de la ética y moral. Ahora vemos a mujeres progresistas en el gabinete del ejecutivo, gobernadoras, y tal vez presidenta.
Hoy muchas niñas están escuchando y también, ahora, ellas pueden soñar en serlo.