Por Héctor Apolinar
Los grupos de oposición al presidente López Obrador, a su gobierno, sostienen que se encamina a instalar en México una “autocracia” o un régimen populista e “iliberal”.
¿Qué quiere decir esto?, que supuestamente rompe con el régimen “democrático” existente en nuestro país, que no respeta el “Estado de derecho”, ni el “equilibrio de poderes” que consagra la Constitución, ni las instituciones “autónomas”, como el Instituto Nacional Electoral, el Instituto de Transparencia, entre otras, por lo que está en proceso de instaurar el “gobierno de un solo hombre”.
Tales críticas y descalificaciones reflejan que entienden o no quieren reconocer, que el gobierno del presidente López Obrador está impulsando una democracia plena, en la que los ciudadanos, y pueblo en general, participen en la toma de decisiones de los gobiernos y no solo vean como hace o deshacen los gobernantes sin poder hacer nada.
El Presidente busca, pues, que México vaya más allá de tener una “democracia representativa”, es decir, en la que solo se elijan los gobernantes o los diputados y senadores, como “representantes del pueblo”, pero que no existan formas de influir en sus decisiones cuando ya están en funciones.
En otras palabras, impulsa una “democracia participativa”.
Por esa razón, el presidente López Obrador promovió que los gobernantes, incluido el Presidente de la República, puedan ser sometidos a proceso judicial en caso de que cometan algún delito que lo amerite.
Hasta entonces, el Presidente era “intocable”, no importaba lo que hiciera.
También promovió que los gobernantes puedan ser removidos de su cargo mediante una consulta popular.
De igual forma promovió que exista en la Constitución el derecho a la Consulta Ciudadana sobre un tema o asunto que sea de interés para un sector de la población que quisiera que se sometiera a consideración de la sociedad.
Tales mecanismos ya se encuentran inscritos en la Constitución de la República, los que antes no existían. En ese sentido, la democracia mexicana era una “democracia mocha”, una democracia limitada, en la que los ciudadanos no contábamos realmente, solo votábamos y ahí se “acaba el corrido”, no volvíamos a verlos candidatos hasta las siguientes elecciones.
Las reformas impulsadas por el Presidente, y aprobadas por los legisladores Morena-PT-PVEM, posibilitan que el pueblo, los ciudadanos, tengamos en nuestras manos instrumentos legales para influir y decidir, no solo elegir a nuestros gobernantes.
Este es un paso mayúsculo en la vida política de México.
Ciertamente esos derechos apenas fueron incorporados a nuestra Constitución, pero, así se inicia la “democratización” sistema político mexicano, que antes no posibilitaba la participación del pueblo sino, al contrario, la reprimía, o la inhibía, como sucedió durante mucho tiempo.
Está en las manos de los partidos de la “Juntos haremos Historia”, Morena-PT-PVEM, que tales derechos ciudadanos estén vivos, ejercitándose y que no sean letra muerta.