A pesar de que aún faltan dos años para que se lleven a cabo las próximas elecciones presidenciales en nuestro país, de repente se empezó a escuchar con insistencia que cualquiera de los precandidatos de Morena le ganaría con cierta facilidad a los candidatos de la oposición, PRI, PAN y PRD y con ello se fortalecería la Cuarta Transformación en México.
Usted sabe que los precandidat@s de Morena a la Presidencia son, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard; el Secretario de Gobernación, Adán Augusto Hernández; el coordinador de la bancada en el Senado, Ricardo Monreal y el diputado federal, Gerardo Fernández Noroña.
También se incluyen como precandidata y precandidato, a la Secretaria de Economía, Tatiana Clouhtier y al embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma.
A todos ellos les dicen, en el ambiente preelectoral, “las corcholatas del Presidente”. Pero los únicos que destacan verdaderamente como punteros son la Sheinbaum y Ebrard.
Mientras, en la alianza PANPRIPRD los militantes de esos partidos empiezan a cuestionar la conveniencia de seguir juntos en la estrategia de enfrentar a Morena en la contienda presidencial, se distinguen- ya como precandidatos del PAN- al mismo Ricardo Anaya, a la senadora Lily Tellez, a Francisco Domínguez, de Queretaro, y al senador sonorense Damian Zepeda Vidales, quien manifestó ya su interés de contender por la candidatura presidencial.
Sin embargo en las cúpulas partidistas, de Marko Cortés; de Alejandro Moreno, a quien le dicen Alito, y de Jesús Zambrano, que son los fracasados en la pasada contienda -de 6 gubernaturas perdieron 4- dan por sentado que la única alternativa es trabajar por una candidatura presidencial para los tres partidos: “O nos unimos o nos hundimos”, dijeron. Aunque lo correcto hubiera sido: “Nos desunimos o nos acabamos de hundir”.
En el caso del PRI, aunque no se distingue un precandidato presidencial solido y de “jalón” entre la gente, en sus encuestas para “la grande” lleva la delantera el gobernador Alfredo del Mazo. Por su parte, el PRD no cuenta entre sus filas con un político fuerte y carismático para participar en la contienda presidencial.
En el caso de Movimiento Ciudadano que tiene ya en su haber la gubernatura de Enrique Alfaro, en Jalisco; la de Samuel García, en Nuevo León, y la de Luis Donaldo Colosio, hijo, en la presidencia de Monterrey, se podría asegurar que ciertamente es el partido de oposición de mayor crecimiento en la República, pero no como para dar por hecho que el joven Colosio es a quién necesita el México de hoy.
Se afirma que cualquiera de los precandidatos de Morena podría ganar las elecciones presidenciales del 2024, pues la población ya le tiene confianza a los que han trabajado por la cuarta transformación de México; lo que asegura continuar con la política social de apoyo a los que menos tienen y que por décadas se les negó.
Además de que en los 4 años de existencia del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, fundado por AMLO, este novedoso partido arrebató 22 gubernaturas al PRI, AL PAN y al PRD, y con cierta facilidad ha logrado aumenta la fortaleza de la 4T impulsada por el Presidente.
El próximo año 2023 viene la disputa por otras 2 gubernaturas que podrían asegurar el éxito para Morena en el Estado de México y Coahuila. Y luego, la cada vez más cercana contienda por la Presidencia de la República del 2024.
Pero nadie en este tiempo de truculencias debe permitirse caer en el error del exceso de confianza. Y menos, en el de la arrogancia y la soberbia.