El amor, motor de la transformación social

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Por Jesús Ceceña Guevara

“El amor es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás.”.

Erich Fromm.

¿Puede ser en efecto el amor un catalizador de la transformación social? Hemos visto mucho en el cine y en la literatura que es el arma más poderosa de la humanidad. ¿Pero es esto en verdad?

El amor es el sentimiento que surge de las emociones básicas: Es la felicidad que despierta en nosotros el ver al ser amado, es la tristeza que nos lleva a desear su protección, es el miedo a afrontar lo desconocido, es la sorpresa que despierta en nosotros tantas emociones juntas, pero es innegable que en su manifestación la ira no tiene lugar, por eso para algunos el amor es peligroso, porque hace que bajemos la guardia y nos entreguemos a aquello que es objeto de nuestro afecto.

Para los espíritus necrófilos, como los llamaba Erich Fromm, el odio es su motor; el deseo de destruirlo todo, a las minorías, al medio ambiente, al prójimo.

La superación de la ira, emoción raíz que lleva al odio, está en el sentimiento del amor, que por la lógica del sistema egoísta e individualista en el que vivimos lo ha reducido a meras expresiones comerciales como intercambio de regalos en fechas determinadas, sin entender que el amor es algo más, que tiene que ver con la vida y su transformación creativa, aquello que posibilite un sentimiento real en la búsqueda de la felicidad que consiste en la plenitud de vivir en libertad.

El amor no es pasividad, es serenidad; no es sumisión, es transformación. El amor está ligado a grandes deseos de justicia e igualdad, mientras que el odio es una reacción emocional atada al egoísmo y la discordia. El amor es revolucionario mientras el odio es reaccionario.

Así como la evolución nos fue dotando de emociones básicas como mecanismo de ayuda para nuestra sobrevivencia, como el miedo que nos impulsa a huir ante una amenaza que nos rebasa, o la ira que nos motiva a atacar cuando nos encontramos acorralados, o el asco que nos provoca rechazar aquello que por su olor o aspecto suponemos un riesgo para nuestro organismo.

Todavía existe el debate de si el amor es, al igual que las anteriores, una emoción o un sentimiento resultado de la combinación de varias emociones. Lo cierto es que, a diferencia de las anteriores, el amor no está enfocado en la protección del ser individual sino en la de sus seres amados, su familia, su clan. Dicho de otra manera, la manifestación del amor consiste en la procuración de velar por la seguridad del grupo como condición básica para el desarrollo del mismo individuo.

Por lo anteriormente expuesto, podemos afirmar que las grandes transformaciones sociales no están fincadas en el odio, sino en profundos sentimientos amorosos por los demás.

Ya lo había dicho el Che Guevara en su ensayo El socialismo y el hombre en Cuba: “El verdadero revolucionario está inspirado por grandes sentimientos de amor”, es decir, el amor es la base de todo humanismo transformador.

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