El 11 de febrero asesinaron a mi compañera Carolina Espinoza en Caborca, Sonora. Tenía 25 años. ¿Su crimen? Estar en el lugar incorrecto, en el momento incorrecto. No me atrevo a decir que con la persona incorrecta porque ella decidió estar ahí y lo respeto. Nos llenó de dolor y frustración este hecho, que si bien es tan cotidiano, nunca lo había experimentado tan cercano a mí. Duele aún más pensar que con ella más que una amistad compartí un ideal, la posibilidad de que construyamos un mundo más justo empezando por las y los más pobres.
En Sonora estamos experimentando niveles de violencia que si bien dicen son “típicos” de cada cambio de administración, nunca deben dejar de sorprendernos e indignarnos; sobre todo, motivarnos a que ya no se permitan semejantes barbaries. No normalicemos la violencia, especialmente aquella que es contra las mujeres: la violencia machista y que much@s suelen tener tan arraigada.
Las notas periodísticas tenían un común denominador al referirse al homicidio de Carolina Espinoza: “y también a su esposa”; invisibilizándola, reduciendo toda su persona, su personalidad, sus sueños, sus aspiraciones y convicciones a ser la pareja de alguien más. Eso nos indignó doblemente. Para nosotr@s se apagó una gran luz que brillaba en Caborca; con ello, sentimos como la utopía por la que luchamos, se alejó un poco más.
Me considero una férrea impulsora de la 4T y una convencida absoluta de que no podemos dar ni un paso atrás en el proceso de transformación que hemos emprendido. Pero nadie dijo que sería fácil ni llano. Ni el 1 de julio del 2018, ni el 6 de junio del 2021 votamos por un cambio de delincuentes o de narcotraficantes; por lo que sí votamos es por una forma distinta de enfrentar la problemática.
Mucho se ha burlado la oposición del “abrazos no balazos”, pero es justamente lo que necesitamos: atacar los problemas estructurales del país que generan las desigualdades sin entrar al campo de la confrontación directa. Aún hay heridas abiertas en miles de familias por la fallida guerra contra el narcotráfico. La violencia por lo regular lo que genera es más violencia, o bien, una “paz” con base en el sometimiento, el cual más tarde que temprano se revela; así se perpetúa el ciclo de vida de la guerra.
La transformación que proponemos es de régimen. Es decir, va mucho más allá que un cambio de gobierno. Venimos a cambiar las estructuras que reproducen la injusticia y la corrupción, en todos los ámbitos y como lo he expresado antes, aún tenemos muchísimo que aprender y dialogar durante la construcción de este nuevo Estado. Considero que un ejemplo para nuestro aprendizaje es la lucha del movimiento feminista, es una lucha profunda, llena de amor y de una colectividad inagotable.
En temas de seguridad, el gobierno federal va avanzando, se han revertido todas las tendencias en cuanto a delitos del fuero común. ¿Eso significa que la violencia terminó? Obviamente no, pero se le está haciendo frente, a la par de que se está generando un ambiente donde existan oportunidades que hagan que el crimen organizado vaya perdiendo su aparente inacabable fuente de recurso humano. Es un propósito muy complicado, pero no por ello imposible. Hoy reafirmo mi deseo de contribuir a él: por quienes ya no están aquí, como Carolina Espinoza, por quienes aún estamos y por quienes vendrán ¡La 4T va!