Acoso sexual a las mujeres en el transporte público

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Por Francisco Casanova

Es lamentable que en Hermosillo y seguramente en otras partes del estado, el tema del transporte público que apenas está empezando a prestar un buen servicio con más y mejores unidades, se tenga que enfrentar de repente a otro problema tal vez mucho más complicado y peligroso.

Desde que Alfonso Durazo llegó a la gubernatura, una de sus prioridades para atender bien a los sonorenses, fue revisar el estado que guarda el transporte público en cuanto a la calidad de las unidades, rutas suficientes y falta de buen trato a las y los usuarios. Y se comprometió, ante todo, a dar dignidad a esta actividad social y económica tan importante, pues una gran parte de los camiones estaban destartalados.

Se puede afirmar, sin exagerar, que, a lo largo de su historia, el transporte público en Hermosillo y en todas las ciudades, ha ido de mal en peor. Y que son pocas las ocasiones en que ha ocurrido lo contrario, al presentar ciertos destellos de modernidad y darse el lujo de que por primera vez las mujeres operaran como chóferes, hace ya varios años.

Y ahora, en los tiempos de la cuarta transformación nos ha dado mucho gusto saber que por fin se atiende con la debida seriedad un tema que tiene que ver con el bienestar social en todos los aspectos, incluyendo su organización, financiamiento, mantenimiento, el respeto y que se otorgue seguridad a las y los usuarios que todos los días usan este servicio como clientes cautivos.

Hace poco se pusieron en operación 113 nuevas unidades tipo autobús para dar servicio a miles de sonorenses en las diferentes ciudades del estado, y otro tanto de vehículos tipo Van para las poblaciones con menos habitantes, pero además se entregó una cantidad enorme de bicicletas a jóvenes estudiantes que viven en las comunidades rurales, para trasladarse a tiempo a sus escuelas y al final de clases volver a sus casas más rápido y seguros.

Y hasta ahí todo iba bien. Hasta que se evidenció un problema tal vez mayor que tiene que ver con el respeto a la integridad personal de jóvenes mujeres, estudiantes o no, que a diario son acosadas sexualmente en los camiones urbanos. Y esto no se puede permitir.

Hasta donde se sabe, esto ocurre porque los camiones van llenos y las jovencitas tienen que ir paradas en los pasillos, y es cuando los acosadores se acercan a hacer de las suyas. Y ha trascendido que muchas veces son defendidas por los chóferes, cuando ellas están cerca de él, pero eso no siempre ocurre.

¿Qué hacer con este problema que presenta todo tipo de aristas, entre ellas las psicológicas donde se da el acoso sexual amparado en el machismo, y la falta de educación en un tema tan importante como la atracción física, el amor y la sexualidad?

Obviamente este es un tema de análisis profundo, pero por vía de mientras se tiene que pensar y actuar para proteger a las jovencitas y en general a todas las mujeres.

Es un problema para abordarse de manera integral con enfoques sociales, económicos, emocionales y todo, a fin de cuentas, recae en la educación, pero en este momento se requiere que a las mujeres se les brinde seguridad, porque el acoso sexual es un delito que provoca un daño emocional fuerte y temor a quien lo sufre. Y eso hay que pararlo ya con acciones de protección institucional y de buen gobierno.

En Mexicali y en Tijuana, Baja California, ya hay camiones especiales en rutas riesgosas para trasladar exclusivamente a mujeres, completamente gratis. Y eso podría ser una solución. Aunque en cada región debe analizarse el tema con objetividad y cuidado. Y Hay que entrarle lo más pronto posible.

Y, de inmediato aquí en Hermosillo, hay que aumentar la seguridad en los camiones urbanos con la presencia de mujeres policía.

¡Ni una más!

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