Por Héctor Rodríguez Méndez
Ha empezado la cuenta regresiva para que nuestro Presidente deje su encargo. Y al hacerlo se acaba algo mucho más grande que su responsabilidad al frente de este país.
Nos deja un legado que trasciende ya a las nuevas generaciones y que se vio en la reciente elección de la nueva dirigencia de MORENA; su gran persistencia y visión como dirigente social de uno de los más grandes movimientos sociales, generados en América Latina y el mundo: La Cuarta Transformación.
Un movimiento social que quebró los cimientos estructurales del prianismo, un régimen de gobierno podrido y corrupto que gobernó nuestro país por casi un siglo.
Por si fuera poco, La Cuarta Transformación también ha doblegado una sólida vertiente del modelo neoliberal que cegó vidas, canceló futuros a millones de Mexicanos y les negó una vida digna a muchos millones más.
Es grande el legado que el Presidente nos deja y grande su visión como estadista. El relevo generacional se ha formado en las filas de este movimiento y entra en un momento decisivo para profundizar una transformación, que no se detendrá en muchos sexenios.
Como dirigente social, Andrés Manuel López Obrador trascendió las derrotas y fraudes electorales para instalarnos en la civilidad de una democracia moderna. Al Presidente tenemos que agradecerle su gran legado humanista, su visión como estratega, la persistencia de sus convicciones, su generosidad como ser humano, su espíritu pacifista y, el amor a un país y sus identidades culturales largamente negadas.
Se acerca el final de un ciclo fundamental para la historia política de nuestro país e iniciamos otro. El de la profundización de las convicciones políticas de un pueblo que ha encontrado su propio camino, y con ello su propio destino en la historia mundial contemporánea.
¡Larga vida al Presidente más amado de este país!
¡Larga vida a la Cuarta Transformación!