El presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró, en compañía de la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, el camino artesanal “Benito Juárez” en Guelatao de Juárez, Oaxaca.
A lo largo de sus 43 kilómetros de longitud, recorre Guelatao de Juárez, San Juan Chicomezúchil, Santa Catarina Ixtepeji y Tlalixtac de Cabrera. Tiene miradores, puentes, restaurantes, áreas de acampar, seis cabañas en Guelatao, ocho en Chicomezúchil y ocho más en Ixtepeji, desde las cuales se puede apreciar la sierra zapoteca.
El director general del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, Adelfo Regino Montes, dijo que es posible recorrerlo a pie o en bicicleta. En conjunto, apuntó, el camino y las cabañas significaron una inversión de 350 millones de pesos.
“Es importante destacar que los recursos han sido administrados de manera honesta y responsable por las propias comunidades construyendo las obras de manera directa, sin ningún tipo de intermediación o tutelaje”, enfatizó.
El jefe del Ejecutivo narró que el revolucionario padeció el autoritarismo del Porfiriato y huyó de México. En ese camino, Catarino Garza llegó a Costa Rica, donde se encuentra entre 1892 y 1894 con personajes históricos como Antonio Maceo y José Martín, quienes peleaban por la independencia de Cuba, así como luchadores sociales que sostenían la integración de la Gran Colombia.
Entre esas dos opciones de lucha, Garza Rodríguez emprendió un viaje hacia Colombia, particularmente al cuartel de Bocas del Toro, donde fue asesinado por una tropa colombiana conservadora. El cuerpo finalmente quedó en una fosa común.
El Gobierno de México, por iniciativa del presidente López Obrador, logró la recuperación e identificación de los restos del revolucionario originario de Tamaulipas. Agradeció la colaboración del gobierno de Panamá y de la población de Bocas del Toro.
La doctora Beatriz Gutiérrez Müller leyó una carta que Garza Rodríguez envió a su esposa Concepción González, en la cual se muestra el testimonio íntimo y familiar del también periodista.
La misiva, fechada en Limón, Costa Rica, el 1 de enero de 1895, dice: «Mi muy amada esposa: que te escriba cartas largas y comunicativas ya lo creo que lo haré gustoso, pues debo y quiero siempre complacerte. Todas mis cartas son y han sido extensas. Es cierto que algunas veces soy lacónico, pero eso depende del recargo de quehacer. (…) No pierdas la fe ni la esperanza, pronto nos veremos y tal vez para no volvernos a separar nunca. (…) Recibe el corazón y muchos abrazos de tu esposo que nunca te olvidará. Happy New Year a todos. Tuyo siempre, Garza».
En la cápsula de lectura, la doctora mencionó que la carta es parte del archivo de la descendencia de Garza Rodríguez, residentes en la frontera de Estados Unidos con México.