Por Héctor Apolinar
Se quiere crear la imagen pública de que la estrategia de seguridad pública que puso en marcha el presidente López Obrador, ha fracasado de principio a fin.
Tal afirmación, repetida hasta el cansancio por voceros de opositores a su gobierno, la gritan en todos los medios de información.
La hacen porque no analizan con las cifras de la violencia y homicidios que cometen los grupos de la delincuencia organizada en este sexenio y en los anteriores.
Es imposible entender la ola de violencia a partir del sexenio de López Obrador porque los cárteles del narcotráfico no nacieron en su gobierno y sus actividades llevan una tendencia creciente desde el gobierno de Felipe Calderón.
Sin embargo, no podemos darnos cuenta de la magnitud de la ola de violencia ocurrida durante el Calderonato, si no la comparamos con el número de homicidios cometidos en los sexenios de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Salinas de Gortari.
El primer dato que debemos tomar en cuenta es que con Calderón el número de homicidios alcanzó la cifra de más de 20 mil al año por primera vez en tres sexenios.
En 2010, la cifra de homicidios superó, por primera vez, los 20,000 anuales, al llegar a los 25,757.
El siguiente año, 2011, la cifra subió a 27,213 homicidios, y bajó ligeramente a 25,967, en 2012.
Ni con Salinas de Gortari, ni con Zedillo, ni con Fox, los asesinatos alcanzaron la cifra a 20,000 por año.
Vicente Fox dejó su gobierno con 10,452 homicidios.
Ernesto Zedillo cerró su gobierno en el año 2000, con 10,737.
Como podemos observar con Calderón la cifra de homicidios por año alcanzó su máximo histórico, con alcanza abrió una tendencia al alza.
Si observamos la cifra de 27,213 asesinatos en 2011, se acercaba ya a los 30,000.
Este fenómeno podemos compararlo al comportamiento de las acciones en las bolsas de valores: cuando una acción alcanza un “nuevo techo”, este se convierte en un “nuevo piso”.
Fue exactamente lo que ocurrió en el sexenio de Peña Nieto.
En su gobierno, la cifra de asesinatos llegó a 32,017 en el año 2017, es decir, llegó a los 30,000, un nuevo máximo histórico.
En 2018, la cifra siguió subiendo hasta alcanzar los 36,685, una nueva cifra cuya tendencia era “romper” los 30 mil para “arañar” los 40,000 asesinatos por año.
Esa era la tendencia que ni Calderón ni Peña pudieron detener.
Fue el gobierno del presidente López Obrador el que logra detener esa tendencia y, poco a poco, a bajarla.
En los primeros dos años de su gobierno el número de asesinatos se detuvo en los 36,000.
Así fue. En 2019 fue de 36, 661 y en el año siguiente fue de 36, 673.
En 2021, la cifra cayó a 35,625, aunque todavía en el rango de los 30,000.
Sin embargo, la tendencia al alza se “rompió”.
Este fue el primer logro de la estrategia del presidente López Obrador, que ni Xóchitl Gálvez, ni Enrique de la Madrid, ni la Conferencia del Episcopado Mexicano, ni la Coparmex, entre otros, le quieren reconocer al presidente López Obrador.
Ahora bien. Debemos analizar si la baja en los homicidios es una nueva tendencia a la baja o nada más es transitorio, para luego seguir subiendo.
No ha sido así. Hay una “nueva tendencia”.
De acuerdo al informe que presentó la secretaria de seguridad pública, Rosa Isela Rodríguez a principios de diciembre de 2023, la cifra de homicidios a noviembre del año fue de 27 mil 354.
Es altamente probable que al finalizar el año 2023, la cifra de asesinatos experimente una nueva baja ya que la el número de homicidios por mes oscila en los 2 mil 350 homicidios, como ocurrió en noviembre.
Si hay una nueva baja, como cabe esperar debido a las fiestas decembrinas, podemos calcular que la cifra llegue a poco más de 30 mil asesinatos, con lo que se consolidaría la “tendencia a la baja”.
Cualquier analista financiero o de acciones podría llegar a las mismas conclusiones que aquí apuntamos, pues analizan datos, cifras y tendencias. En cambio, numerosos analistas “políticos”, analizan mal porque su visión es distorsionada por su afán de desprestigiar al presidente López Obrador con propósitos electorales con el fin de impedir la continuidad de la Cuarta Transformación que inició su gobierno.
Sin embargo, los hechos son tercos.
Pueden existir mil interpretaciones, pero los hechos son irrebatibles: la Primera y la Segunda guerra mundial existieron, y nadie puede argumentar que no.
Podemos afirmar que “vamos bien” en materia de seguridad pública, sin que neguemos que las cifras de asesinatos son todavía son muy altas. A pesar de ello, y del fuerte impacto que nos provocan, no podemos dejar de reconocer los notables logros obtenidos por la estrategia puesta en marcha por el presidente López Obrador.
No podemos dejar de reconocer que a estos logros ha contribuido la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina, y cuerpos de policía estatales y municipales, en una tarea que sabemos que es ardua y difícil, en la que se juega la vida en los enfrentamientos con los grupos de la delincuencia organizada.
Quisiéramos que nadie muriera, ni los que están en la delincuencia, pero por motivos que no entendemos se empeñan en causar sufrimiento y daño a la sociedad, a su propio país y a sus familias. Entender sus oscuras motivaciones es una tarea pendiente.