Por Francisco Casanova
El gobernador del estado Alfonso Durazo no solo es el representante de «nuestras instituciones locales», como se dice con el ánimo de reclamarle «que pasa mucho tiempo en la ciudad de México», sino que es el agente impulsor de un cambio político que somete a esas mismas instituciones a un proceso de transformación para que sirvan a la población y no a intereses personales o de grupo, tal y como ha sucedido desde hace mucho tiempo en nuestra entidad, salvo en los gobiernos de don Alejandro Carrillo y el Dr. Samuel Ocaña, que dieron a la política en Sonora un cierto toque de izquierda.
Vale la pena recordar que Durazo, del partido MORENA, ganó las elecciones del 2021 con más de 150,000 votos a favor, encima de su más cercano contendiente, lo cual le da una legitimidad y autoridad nunca antes vista respecto a la claridad y contundencia en los resultados oficiales. Pero también su partido obtuvo un triunfo claro en las diputaciones locales y federales, lo cual quiere decir simple y llanamente que la mayoría de la población en Sonora está a favor de la transformación y no del estancamiento que perjudicó la vida de muchos.
Uno de los aspectos que sobresalen en esta tarea es que Durazo no gobierna para favorecer a ningún grupo empresarial o político y menos para involucrarse en ningún tipo de negocios. En pocas palabras, se observa que su obligación como gobernante está orientada a separar el poder político del poder económico que tanto daño hizo a Sonora a lo largo de su historia.
Y es que, ¿Cuántas veces se ha mencionado que a tal o cual gobernante le salió lo gandalla al quedarse con terrenos ya sea en Nogales, en Puerto Peñasco, Hermosillo o en Obregón, y otras partes del estado, por mencionar un solo ejemplo en materia de negocios amparados en el influyentismo?
En pocas palabras, era muy usual que se arribara al poder político para cumplir este tipo de ambiciones inmorales. Y hasta se llegó a mencionar en los últimos sexenios a alguien que de la noche a la mañana se convirtió en dueño de lujosas caballerizas y hermosos caballos pura sangre u otros con modernos negocios hospitalarios o farmacéuticos, para incursionar como proveedor en la medicina privada…La gente no solo habla, también señala.
Y, mientras todo esto sucedía, las arcas del gobierno de Sonora quedaban cada vez más endeudadas. Y quebradas.
Sin embargo, ahora, a pesar de toda ruina, el gobierno de Durazo destina y mantiene un presupuesto social en constante ascenso: Becas por todos lados para la niñez y juventud, construye obras sociales prioritarias que debieron hacerse desde hace muchos sexenios, paga deudas atrasadas y añejas y cumple con las participaciones a los 72 municipios, y con el pago oportuno a proveedores. Y todo ello a precios de la 4T, es decir, sin corrupción alguna.
Esta manera de gobernar, seria y responsable, tiene que ver con la transición a la democracia que impulsa Alfonso Durazo en el estado de Sonora, haciendo a un lado las sucias prácticas del viejo régimen. Y esto es, definitivamente, la forma más justa de hacer gobierno.
Es cierto que en la tarea de transformación que se lleva a cabo en el país, el gobernador Durazo fue escogido como presidente del Consejo Político Nacional de MORENA, y que en este momento pre electoral aporta sus convicciones políticas y democráticas abrevadas en su formación y experiencia a lo largo de su vida. Pero eso de ninguna manera le resta capacidad para seguir llevando a Sonora por el cauce de la justicia.
Esa es la realidad que ahora vivimos en Sonora. Y lo demás solo queda en dimes y diretes.