Por José Luis Jara
El proceso de selección de candidato presidencial del Frente amplio conservador está resultando una pifia de la que todos se ríen. Están siguiendo el guion que les dictó el presidente Andrés Manuel López Obrador, desde la mañanera del lunes 3 de julio, cuando dijo que los oligarcas ya escogieron a Xóchitl Gálvez para representar al frente, que, en lugar de ser amplio, se está reduciendo a su mínima expresión.
La previsible declinación de Santiago Creel a la candidatura está resultando una de las tragicomedias modernas de la derecha mexicana.
Lo que denunciaron algunos ex panistas, de que todo estaba arreglado en favor de Xóchitl Gálvez, se está cumpliendo al píe de la letra. El ex panista José Luis Preciado, que se reunió con el dirigente formal del PAN, sacó a la luz pública ese arreglo que le confesó Marko Cortés.
En la supuesta decisión de “un demócrata”, que sacrifica el interés personal por “el bien de México”, se encuentran el juego perverso del dirigente formal del PAN, quien utilizó a la militancia panista para que firmaran una carta en la que le piden a Santiago que decline a favor de Xóchitl.
En ese oficio, la militancia panista confiesa el acarreo que protagonizaron a favor de la hidalguense en el actual proceso del frente: “cientos de panistas hemos acompañado a la senadora Gálvez en su recorrido por nuestros estados”.
Justificaron está cargada con el argumento de que el PRI, con su dirigente Alito Moreno, preparaba el acarreo de su militancia para participar en la consulta a fin de hacer ganar a su candidata, Beatriz Paredes Rangel.
Pero en realidad, este guion fue escrito con la ironía del presidente López Obrador. Lo dio a conocer desde el lunes 3 de julio, después de haber jugado con la ingenuidad de los conservadores.
El presidente preparó todo un escenario para destapar a Xóchitl. En la semana del 26 al 30 de junio se dedicó a sembrar el suspenso político. Dijo que se enteró que los oligarcas ya habían decidido quién sería su representante. No quiso dar el nombre de esa persona para jugar con el suspenso y reservarse el derecho de escribir la tragedia conservadora.
El lunes 3 de julio, cuando el caldo estaba en su hervor, López Obrador soltó el tiro de gracia. Dijo que la tapada del frente conservador era Xóchitl Gálvez. Que lo supo desde hacía un mes, desde principios del mes de junio.
Ese golpe político lo aderezo con otro misil. Dijo que fue un proceso de consulta arriba, con Carlos Salinas y con los que no dan la cara, pero aportan el dinero para las campañas sistemáticas de los conservadores.
Para asestar el golpe, el presidente tuvo un reporte crucial en el mes de junio. Se enteró que los intelectuales Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze, se encargaron de hablar con los magnates que apoquinan dinero al frente. Les dijeron que Morena estaba prácticamente definida por Claudia Sheinbaum. Y recomendaron que fuera un perfil femenino para competirle a la ex gobernadora de la Ciudad de México.
En ese entonces, la senadora Lilly Téllez estaba en la jugada. Pero su cercanía con Ricardo Salinas Pliego complicó su ascenso, lo cual nos habla de una fuerte fisura en el bloque de derecha.
Conocedor de esta grieta entre el empresariado, López Obrador preparó el golpe político para darlo el 3 de julio. En la mañanera dijo:
“Tengo toda la información de que Claudio X llevó a cabo las consultas para que los represente, a este grupo, Xóchitl Gálvez». Y para darles el tiro de gracia, dijo que esa consulta se hizo entre la oligarquía que fue beneficiada por Carlos Salinas de Gortari. Es la que se ha beneficiado con las políticas de privatizaciones. “El – Carlos Salinas- es el que decide”.
Esta decisión provocó que varios de los que expresaron su interés de participar en el proceso conservador, se bajaran de la contienda. Lo entendió Lilly Téllez, Alejandro Murat, Claudia Ruiz Massieu, el senador panista Damián Zepeda. No lo quisieron entender los perredistas, Miguel Mancera y Silvano Aureoles. Y ahora lo entendió Santiago Creel.
La priista Beatriz Paredes no lo quiere entender. O mejor dicho, juega a la competencia democrática. Como vieja militante priista, con larga experiencia en los enjuagues electorales, sabe que el frente tiene perdida la elección presidencial en 2024. Pero sabe que la cúpula de su partido y ella misma, pueden asegurar un escaño en el poder legislativo para seguir viviendo del presupuesto. Y a eso le está apostando.