Por Luis Moreno
En diversas ocasiones el presidente ha expresado, con optimismo, que hay relevo generacional. En el último trecho del gobierno federal el mandatario ha orientado y profundizado su discurso hacia las juventudes mexicanas. sugiriendo, que la continuidad con cambio los requiere en un rol activo y no de subordinación.
Andrés Manuel ha sido consecuente y lo anterior no se reduce únicamente a una narrativa, sino que la apuesta al relevo generacional es evidente. Los recientes nombramientos de Luisa María Alcalde y Marath Bolaños, son prueba fehaciente de hechos concretos. Además, en el ejercicio público, el gobierno de la Cuarta Transformación ha realizado una inversión histórica en las juventudes, apostándo a las causas de fondo: capacitación para el empleo, becas para combatir la deserción escolar, campañas de prevención de adicciones, etc.
“Los jóvenes son como la levadura, esos son los que impulsan los movimientos de transformación”, dijo la semana pasada en su conferencia matutina. Fue también en la mañanera donde manifestó optimismo por ver, después de 5 años, que ya no eran aquellos los que más realizaban crímenes. Es en ese espacio vital para el debate público donde ha hecho constantes invitaciones a las juventudes a la autenticidad, a no dejarse llevar por el destello del poder y trabajar abajo, con la gente.
Ello nos invita a reflexionar sobre los jóvenes que ven en la política una posibilidad de enriquecerse y satisfacer su ego; que replican la vestimenta y las formas de una clase política rancia y en decadencia. Dicho de otra manera, son jóvenes viejos cuyo principal objetivo es salir en la foto.
El relevo generacional no se debe asumir como la obtención de un cargo o posición en el gobierno, sino que va más allá: debe considerar juventudes capaces de militar, de ser oposición, de resistir y de gobernar, formadas en principios como la honestidad, la congruencia, la capacidad y la autenticidad.
Desde el punto de vista del autor, ahí radica uno de los grandes retos para la continuidad con cambio, la revolución de las consciencias parece no haber permeado en una gran mayoría de jóvenes que hoy están en las filas de la 4T. El peinado engominado y la política de café fueron parte de otra etapa de la historia. Toca a las generaciones venideras estudiar el pasado y entender de dónde venimos, si eso no se entiende, no puede profundizarse la transformación en curso.