Por Carlos Aispuro Pineda
En el año 2000 sucedió algo inaudito en nuestro país; por primera vez en la historia de México el partido gobierno PRI, –el del fraude institucional, el que ponía presidentes, el que ganaba todas las elecciones– sufría su primer derrota.
Lo recuerdo como si fuera hoy. Era la esperanza de un pueblo acostumbrado a ser engañado, a no poder elegir a sus gobernantes, era una ilusión palpitante, la ilusión de que surgiera un hombre que garantizara la democracia y el bien para todos. Era un sueño. Y ese personaje fue Vicente Fox, que con su actitud pueblerina y dicharachera, parecía ser la respuesta a una clase pobre, miserable, agraviada, olvidada por la demagogia institucional del partido de Estado.
Muchos mexicanos veían en Fox a un apóstol de la democracia; el político que cambiaría el destino de los marginados, y que ahora tendrían por fin un representante que abogaría por ellos, por nosotros, por todos.
Sin embargo, todo fue una quimera. Fox se sumó a los poderes fácticos beneficiados por el sistema putrefacto del régimen priísta; se apoyó en los grupos de poder y sumió a su gobierno en escándalos de corrupción involucrando a su familia y personajes cercanos a su gobierno.
Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla.
El pasado 9 de junio del 2023 Fox vuelve a ser nota, colgándose de una política social creada por el presidente Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Ante la falta de políticas públicas de la derecha que procuren la equidad, el desarrollo, el combate a la pobreza y la desigualdad social, ahora Fox intenta engañar afirmando que el instrumentó este programa de pensiones a adultos mayores, cuando hay videos que demuestran lo contrario y más aún cuando la bancada del PAN votó en contra de que esta pensión se convirtiera en derecho constitucional.
Los doblecaras se agencian triunfos del gobierno de izquierda. No cabe duda que, como dice nuestro Presidente AMLO: “La verdadera doctrina de los conservadores es la hipocresía”.