Por José Arturo Rodríguez Obregón
Es indudable que con el presidente López Obrador los objetivos prioritarios del gobierno nacional han tenido un notorio cambio. En efecto, a diferencia de los seis sexenios que le precedieron, en los que los presidentes priorizaron beneficiar a los grandes empresarios a través de diversos medios (exención de impuestos, rescates financieros de empresas, conversión de su deuda privada en deuda pública, etc.), así como a los funcionarios de los altos niveles de la burocracia pública, asignándoles grandes privilegios y creando una extendida red de corrupción que les generó grandes riquezas personales y familiares, las decisiones y acciones del actual gobierno tienen como finalidad sentar bases firmes para una transformación económica, social y política de gran trascendencia, que haga posible la justicia social en el país, eliminando los obstáculos socieconómicos, legales e institucionales que impiden a millones de familias tener mejores oportunidades de desarrollo y bienestar.
Guiado por los objetivos esenciales de la Cuarta Transformación, como son el combate a la corrupción y la pobreza, son ya algunas las decisiones y reformas constitucionales que ha impulsado el presidente, entre las que podemos anotar:
- El reconocimiento constitucional de nuevos derechos sociales, como son la protección a la salud, las pensiones para adultos mayores, los apoyos para personas con discapacidad, y las becas para estudiantes del sistema de educación pública, con prioridad a estudiantes de familias en condición de pobreza, pero asegurándose además los recursos financieros para su cumplimiento, pues estos recursos no pueden ser disminuidos respecto de los que se hayan asignado en el ejercicio fiscal inmediato anterior.
- Prohibición constitucional de condonaciones y exenciones de impuestos, que para los grandes empresarios significaba miles de millones de pesos más para sus bolsillos, recurso que ahora se invierte en el cumplimiento a los programas sociales.
- Combate a la corrupción y eliminación de elevados sueldos y costosos privilegios de la burocracia pública.
- Incremento constante y significativo del salario mínimo, mejorando así el poder adquisitivo de millones de trabajadoras y trabajadores.
- Grandes obras de infraestructura pública, como el tren maya, que además de generar miles de empleos en su construcción, serán un importantísimo factor de desarrollo económico y social en las regiones del país, algunas de las cuales fueron desatendidas por los gobiernos anteriores.
Como vemos, la cuarta transformación que se propuso el presidente López Obrador ya tiene avances importantes, pero dado nuestro régimen federal, en el que las entidades federativas y los municipios son actores de primer nivel en el acontecer económico, político y social del país, un factor con una importante incidencia en el proceso de transformación es la actuación y los resultados de los gobiernos estatales y municipales de Morena y los partidos políticos aliados. Si estos son positivos coadyuvan de manera muy importante a la continuidad y consolidación de la Cuarta Transformación desde las mismas bases institucionales del federalismo y de la democracia, como es el caso de los gobiernos de la Dra. Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México y del Dr. Alfonso Durazo en Sonora.
Sabemos que quienes gozaron de tantos privilegios y acumularon grandes riquezas en el pasado régimen autoritario y corrupto, así como los partidos políticos que lo extrañan, no cesarán en su intento por frenar el proceso de transformación, como ya lo demostraron cuando sus diputados se opusieron al reconocimiento constitucional de los nuevos derechos sociales, y cuando impidieron una reforma constitucional en materia electoral que hubiera permitido disponer de más recursos para financiar programas sociales. Ante este empeño por obstaculizar los avances de una transformación progresista, es necesario que quienes estemos convencidos de que el futuro de México debe ser el de un país con más y mejores oportunidades de desarrollo y bienestar para todos, apoyemos en los entornos social, público y político, y por la vía electoral, la Cuarta Transformación.