Y se nos fue la vida en ello…

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Por Francisco Casanova

El hecho de que la corrupción haya sido una forma de vida basada en el abuso a los demás, obviamente afectó la realización existencial de millones de personas en todos los estados y rincones del país a lo largo de muchos años.

Cuando el poder en la política se utilizó para arrasar las arcas públicas en los gobiernos federal, estatal y municipales, generando una clase de archimillonarios delincuenciales, lo que se afectó notablemente fue la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos.

A más corrupción mayor pobreza en la sociedad y la pobreza hunde las posibilidades de una mejor vida.

Cuántos casos de personas con vidas estancadas habrán ocurrido a causa de la falta de oportunidades, producto de un sistema económico y político excluyente e injusto?: Millones, en muchas décadas.

Es decir, la corrupción no solo afectó a las personas de la honrosa medianía por la falta de un buen transporte público, o contar con buenas calles pavimentadas en sus barrios y colonias, o con miles de árboles y flores en parques y camellones de las comunidades, o la importantisima promoción del arte y la cultura en las escuelas, o con buenos sueldos y prestaciones en sus trabajos, que entre otras solvencias forman las cosas buenas de la vida y suben el ánimo cotidiano para una mejor convivencia, sino que también han limitado la oportunidad de expresar los mejores sentimientos en el intercambio de lo que pudieron ser grandes experiencias personales. Pero no. En todo eso, en cambio, ha estado presente la vida gris que ocasiona la pobreza.

No solo se trata de que la gente tenga derecho al buen vivir, sino que por la corrupción de unos cuantos se perdieron las oportunidades para lograrlo. Y se les pasó la vida en ello.

Es cuando a gran parte de las familias, el sistema corrupto imperante limitó aún más la posibilidad de que las nuevas generaciones pudieran salir de la pobreza, con el siguiente paso a la delincuencia organizada que, por otro lado, la creación de ese estilito se extendió como un nuevo tipo de cultura mediocre a través de los medios electrónicos de la radio y la tv y las redes sociales. Las letras frívolas de las canciones, salvo raras excepciones, han sido la constante cuando menos de 20 años para acá, con el consiguiente daño en las emociones juveniles.

Y esa situación ya es un lastre que sólo se podrá cambiar con medios de comunicación socialmente responsables.

Esa degradación acumulada que se expresó en todas las formas de gobierno en complicidad con ciertos sectores empresariales y algunos jueces y ministros sin escrúpulos, se puso en la mira de los cuestionamientos sociales con el apabullante resultado electoral del 2018, cuando dio inicio la cuarta etapa de transformación que vive el país en nuestra historia, para cambiar en definitiva más de 80 años de abusos por una vida auténticamente democrática, donde la aplicación de la ley exprese que la Justicia es para todos y que solo a través de ella se puede vivir en paz.

Y en eso estamos. Para dar continuidad entre todos al nuevo proyecto de transformación, el cual ya no tiene reversa.

Fueron muchos años de soportar una democracia simulada con engaños, cuya característica fue el autoritarismo y que, si se quiere seguir avanzando en la justicia, esos tiempos ya no deben volver. Ni por asomo.

La auténtica democracia apenas va dando sus mejores frutos al apoyar primero a los más pobres, que ha sido el tema fundamental del presidente Andrés Manuel López Obrador, como primer acto político reivindicador de la justicia.

La ayuda personalizada a millones de ciudadanos, incluyendo a adultos mayores, así como a jóvenes y mujeres trabajadoras, más la construcción de grandes obras de desarrollo económico y social, han estabilizado la situación a pesar de tantos problemas que aún se viven, como la violencia del narco, o que ya se han vivido como la pandemia que se enfrentó con responsabilidad. Y por ello el pueblo ya no puede soltar el compromiso político de seguir con la transformación. Porque esa es la Revolución de las Conciencias.

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