¿Un México donde desaparezcan, encarcelen y asesinen a estudiantes, o uno donde se respete la libre manifestación de las ideas?
¿Un México donde se masacre a indígenas, o uno donde se privilegie la vida y se respeten los derechos humanos de todas las personas?
¿Un México donde los gobernantes y sus familias se vuelvan millonarios por robarse los recursos públicos, o uno que sitúe a los pobres en el centro de las políticas públicas?
¿Un México donde las grandes empresas evadan impuestos o donde la condonación de impuestos esté prohibida?
¿Un México donde los ex presidentes reciban pensiones millonarias o uno donde se entreguen pensiones por decreto constitucional a adultos mayores y a personas con discapacidad?
¿Un México donde se regalen las empresas públicas (bienes de la nación) a particulares, o uno donde se cuide y proteja el patrimonio de todos?
¿Un México con un Estado represor, o uno donde se respete la libertad de expresión, que privilegie el diálogo y el derecho a disentir?
¿Un México donde las acciones del presidente de la república sean para beneficio de los poderosos, o uno donde sean para beneficio del pueblo?
¿Un México donde impere la corrupción y la impunidad, o uno donde se combata la corrupción?
¿Un México oscuro, de opacidad, o uno donde el presidente y su gabinete presenten informes de trabajo a diario?
La diferencia entre ambos regímenes es clara. Ningún mexicano en su sano juicio quiere regresar a la pesadilla que se vivía en México antes del 1 de diciembre de 2018 –cuando Andrés Manuel López Obrador asumió el Poder– a menos que las decisiones del gobierno actual hayan afectado sus privilegios, sus canonjías. Es el proyecto de nación lo que está en juego.
Las opciones son dos: 1) Regresar al pasado neoliberal o seguir avanzando con la Cuarta Transformación de la vida pública de México, de manera pacífica. Un movimiento respaldado por millones de mexicanos que ya despertaron y no quieren dar marcha atrás. México vive una Revolución de las Conciencias. Ya no más analfabetismo político.
El pueblo tiene el poder de decidir qué clase de país quiere, y acudir el próximo domingo 10 de abril a votar para que el presidente López Obrador continúe en el cargo y siga adelante, sentando las bases de una patria nueva.
Los mexicanos ya merecíamos tener un gobierno así. No hay que desaprovechar la oportunidad de ratificarlo. De esto se trata la Democracia.
