Por Marco Luis Patiño
Los marchantes del próximo domingo tienen la moral chueca. Caminarán con la desfachatez de los impunes, con la arrogancia de los que se sienten intocables; ni ellos -los privilegiados de siempre – ni la élite del INE se tocan.
Gritarán contagiados por su neurosis de clase pudiente que no concibe que un «morenaco» habite Palacio Nacional y harán hasta lo imposible – mentir, mentir, mentir, como les recomienda el cínico Alazraky – para impedir que otro plebeyo con apellido sin prosapia lo sustituya (lo cual no entiendo, porque los apelativos Ebrard y Sheinbaum suenan demasiado whitexicans, pero igual no vaya ser que se les cuele el tal Noroña que les da roña o el otro López, Adán Augusto).
Ellos no entienden de moral ni austeridad republicana, solo entienden y difunden la moral que la hipócrita Iglesia Católica impone a sus más vulnerables feligreses, imponen la ética a sus empleados y sirvientes para que no se les cuestione ni se les arrebate su propiedad privada.
Ellos marcharán en representación del pueblo «pensante», «estudiado», «con clase», que «si saben lo que quieren» porque para eso son los «dueños» de este País desde que sus ancestros colonizadores arribaron para someter a los pueblos originarios. Todos los fariseos se desagarrarán sus vestiduras de diseñador y escupirán sobre la reforma electoral – ¡cómo se atreve!- del «mesías» necio que llegó de un pueblucho tabasqueño para irrumpir en la «whitemexican way of life» que tanto les costó construir desde hace 500 años. Está muy bien, están en su derecho y hasta el zócalo tienen a disposición para hacerse notar.
Celebro el hecho histórico, celebro el despertar de la conciencia de la clase alta que lucha por sus privilegios, así como el despertar de la conciencia del pueblo que ya se dio cuenta de su poder y de lo que se puede lograr siendo mayoría. Los más tristes son los tibios, los que se habían acomodado a las migajas de poder y riqueza – ¿te cae? – que les tiran y/o tiraban sus «patrones», que se habían conformado con propiciar y operar la «tranza» para seguir «avanzando» al vacío existencial del posado y desenfrenado consumismo. Olvidémonos que lo propone AMLO, pero no de que eso queríamos los que votamos por él ¿Quién con un gramo de ética no querría un INE austero y honesto? #elinenosedestruyesetransforma