Por Mtro. Roberto del Pardo E.
Sin duda, hoy en día es necesario actualizar los procesos electorales de México, mediante una reforma a su normatividad. El Ejecutivo Federal presentó ante la Cámara de Diputados su propuesta para modificar 18 artículos de la Constitución. Se espera que los cambios se concreten, según el boletín emitido por el Gobierno de México, en los siguientes puntos:
1. Creación del Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC).
2. Una sola legislación electoral para todo el país.
3. Federalización de los procesos electorales; desaparición de los tribunales electorales locales y de los Organismos Públicos Locales (OPL) o institutos electorales locales.
4. Voto popular para elegir consejeros y magistrados electorales postulados por los tres Poderes de la Unión.
5. Reducción de consejeros electorales.
6. Eliminación de diputaciones plurinominales.
7. Reducción de legisladores federales y locales para quedar: 300 diputaciones federales, 96 senadurías; de 15 a 45 diputaciones locales y hasta nueve regidurías.
8. Reducción al financiamiento de partidos políticos para asignarlo exclusivamente a campañas electorales.
9. Opción de voto a través de medios electrónicos o casillas.
10. Disminución de los tiempos de radio y televisión en materia electoral; eliminación de tiempos fiscales.
Se agrega que la reforma acarrearía un ahorro del orden de 24 mil millones de pesos, es importante tener en claro que el presupuesto no debe ser el aspecto central para configurar el entramado institucional que garantice la democracia en el país.
En general, la reforma acusa importantes avances para reducir la duplicidad de funciones y la burocracia consustancial. Favorece a procesos más fluidos y en efecto menor presupuesto. Sin embargo, requiere un ojo que mire todas las aristas: pros y contras.
En esta ocasión me limitaré a comentar lo relativo a la participación electoral de los ciudadanos a través de los partidos. Comparto una reflexión osada desde un espíritu democrático. En particular sobre tres aspectos:
- Sobre los diputados plurinominales habría que recordar que fue una demanda de la izquierda en los setentas para que ésta tuviera voz en el parlamento. Esto significaba que los partidos que no obtuvieran diputados y senadores en los distritos electorales, pudieran acceder a las cámaras de diputados y senadores. Así, partidos como el Comunista Mexicano (PCM), el Mexicano de los Trabajadores (PMT, el Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Socialista de Trabajadores (PST), entre otros, tuvieron una pequeña bancada de diputados para hacer escuchar su voz y propuestas. Después el PRI y el PAN distorsionaron la idea original y reformaron la legislación para otorgar diputados por esta vía a los partidos mayoritarios. La reforma electoral de 1987 modificó la asignación e incrementó de 100 a 200 los diputados por esta vía. Cantidad de diputados que prevalece irracionalmente desde los puntos de vista presupuestal y democrático. La actual reforma propuesta por el Ejecutivo, de aprobarse, eliminará este espacio a los partidos de reciente creación y existentes que logren ratificar su registro y no obtengan diputados en los distritos electorales. Bueno sería rescatar la idea original de la existencia de las diputaciones plurinominales y favorecer a partidos pequeños que tengan voz propia; no me refiero a los partidos-rémora que por sí solos morirían.
- Un tema que no se refleja en los diez puntos anteriores, pero lo incluye la propuesta de reforma, es lo que respecta al mínimo de votación que deberá alcanzar un partido político para refrendar: pretende incrementarlo del 2 al 3 por ciento. Medida que va a contracorriente de promover la participación de nuevas opciones para el electorado e inhibe el surgimiento de nuevas alternativas partidarias. A mi juicio muy contradictorio con las candidaturas independientes, que no se requiere más que la voluntad de una persona para participar como candidato. Así un partido podrá obtener más de un millón y medio de votos y en la siguiente elección no tendrá derecho a presentar candidatos, convirtiéndose en un rasgo que no favorece a la democracia. Pensando con una vocación democrática, ese “mínimo” debería ser mínimo, quizás uno por ciento. Por supuesto, sustento mantener las candidaturas independientes.
- Finalmente, el tema del financiamiento a los partidos políticos es crucial para garantizar un sistema político democrático. A grosso modo, casi la mitad de la población mexicana (43.9%, Coneval,2020) se encuentra en alguna modalidad de pobreza. En estas condiciones socioeconómicas de la población, reducir a los partidos su financiamiento operativo y de campañas en los procesos de elección, es ofrecer al electorado en bandeja de plata a Don Dinero privado, que todo lo puede. Principal actor de los fraudes que antes hemos denunciado y combatido. Sería dejar rengueando a la democracia política mexicana. Aún nuestra democracia requiere de apoyo razonable, no desmedido como ahora.