Cuando en política se trabaja bien para la gente, la más desfavorecida, la más pobre y más necesitada, obviamente tiene que haber una recompensa. Y no hay vuelta de hoja en ello, sobre todo cuando se trata de las elecciones en seis estados, el próximo domingo 5 de junio.
Y, al revés: cuando en política se trabaja solo para la elite, como sucedió por tantos años, es cuando –a manera de venganza- se castiga con el voto y viene un rechazo casi absoluto a los partidos que no supieron usar el poder para el bien de los demás.
Eso es precisamente lo que pasa en México desde el 2018 cuando AMLO arrasó en las elecciones. Y Sonora no se ha quedado atrás, pues una gran mayoría decidió llevar a la gubernatura al Dr. Alfonso Durazo con un proyecto de transformación completamente distinto a lo usual, desde el partido que él formó años antes: Morena.
El trabajo intenso demostrado por el presidente AMLO y el gobernador Durazo en su gira del pasado fin de semana, fue a favor de los más pobres de los pobres: Los Guarijíos, los Mayos, los Yaquis y los Seris.
Fueron tres días con traslados a ras de suelo en los que se revisó desde la sierra hasta la costa de la entidad el Plan de Justicia elaborado con ellos en los meses anteriores; e incluso el Presidente se dio tiempo para recordar el plan de justicia para Cananea donde también se busca hacer lo que nunca se hizo para beneficio de esta histórica población y sus habitantes.
A estos cuatro grupos étnicos de Sonora que han vivido durante décadas en la pobreza ancestral, se les dio su lugar y ofreció respeto en igual número de reuniones, para que vayan alcanzando la calidad de vida que merecen y sigan en ese camino.
Por eso es que para ellos resultaría prácticamente imposible volver a pensar electoralmente en los partidos que los lastimaron limitando su desarrollo y progreso al paso de los sexenios.
Los Yaquis, los Mayos, los Seris y, ni se diga, los Guarijíos, han vivido el peor de los abandonos con notables carencias de agua potable, drenaje, vivienda, educación y uno no se explica cómo le han hecho para subsistir y resistir la indolencia de tan abusivos gobiernos.
Y salta esta pregunta: ¿acaso preocuparse y ocuparse de los más pobres debe tratarse de un gobierno comunista o socialista, como acusan algunos a AMLO en sus planes de atacarlo a la menor provocación? ¡Claro que no!
Simplemente se trata de un gobierno responsable con los que menos tienen y a quienes “ya les toca”, según afirma a cada momento el gobernador del estado Alfonso Durazo cuando se refiere a ese sector de nuestra sociedad a quienes de manera sistemática se les negó la oportunidad de progresar en la vida.
Trabajar bien por la gente en términos generales deja muy buenos dividendos, humanos y políticos, sobre todo si se toma en cuenta primero a los pobres. Y en el país hay 60 millones o más de ellos, lo que representa una tarea descomunal por hacer en los gobiernos que vienen; es decir, lo que no se hizo en 60 años o más.
Volver a la política del engaño, de la simulación, de la ineficacia y de la descarada robadera, es volver para la mayoría a una vida sin sentido, sin la esperanza progresista de alcanzar la anhelada democracia social, económica y cultural, en nuestro estado y en todo el país.
De hecho y de derecho ya estamos en ese camino por voluntad de la gente. Y las próximas elecciones del 5 de junio, en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, abrirán completamente la brecha. Morena lleva ya las de ganar.